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Despues de comprender la etapa nº1 del colapso pasemos a la siguiente etapa.


El colapso comercial se siente mucho más directamente que el colapso financiero y afecta a toda la población. Cuando las tiendas ya no pueden seguir el ritmo de la demanda, sus estantes están vacíos y, como resultado, la población carece de las necesidades, el pánico aumenta en unas pocas semanas. 

La paradoja es que el colapso no aniquilará los bienes y servicios potencialmente disponibles tan rápidamente, pero debido a que la psicología del mercado está tan arraigada en la población, no se considerará otra forma de defenderse por sí misma. La gente comenzará a acumularse y veremos rápidamente la creación de un gran mercado negro para una variedad de productos esenciales, como productos de higiene y medicamentos.
Las principales desventajas del colapso del comercio pueden evitarse si hay un sistema político intacto suficiente para establecer el racionamiento, los controles de precios y la ayuda de emergencia para los pobres.

Un sistema político lo suficientemente autoritario como para tomar tales medidas normalmente no es apreciado en tiempos de abundancia en nuestras democracias occidentales, pero ha sido aceptado por la opinión pública en tiempos de conflicto armado. Esto puede ilustrarse con la movilización del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial.

Dmitry Orlov utiliza el ejemplo del sistema de distribución de los grandes almacenes estatales en la Unión Soviética, que describió con humor en su charla TED (op.cit.). La ineficacia del sistema se reflejó en la escasez recurrente que enfrentan los ciudadanos que vienen a comprar en estas tiendas. Durante el colapso, estas deficiencias hicieron que la población de la URSS fuera mucho más resistente que la población de los Estados Unidos, acostumbrada a centros comerciales bien abastecidos. La población soviética tenía un sistema de economía paralela, jardines de asignación, un "subdesarrollo" que resultó ser un ahorro.

El estudio de caso elegido por el autor para el colapso comercial es la mafia rusa. Este pasaje del libro debería sorprender a los lectores occidentales, en general, poco o mal informados sobre el tema. El autor explica cómo el crimen organizado no es solo una forma de organización social. Es una forma alternativa de gobierno, cuyos representantes tienen éxito o fracasan dependiendo de si su reputación garantiza transacciones confiables o no, y si su uso de la violencia está justificado. La raqueta reemplaza el impuesto y, en última instancia, el dinero recaudado se invierte en seguridad, pero también en la economía productiva mediante el lavado de dinero. Dmitry Orlov ciertamente no elogia a la mafia, pero enfatiza la forma en que se establecen los mecanismos de regulación social en este sistema como en el sistema capitalista que nos es más familiar (pero que él no piensa mucho mejor) )

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